INFLUENCIA, LO QUE HE APRENDIDO - PARTE II


3. EL TIEMPO TRANSCURRIDO CON LOS HERNÁNDEZ


La historia cuenta que Mario, el mayor de los hermanos Hernández, solía dibujar y escribir sus propios cómics y compartirlos entre sus hermanos más chicos que también dibujaban y copiaban al mayor. Todos los chicos (en especial Mario) consumían comics gracias a su mamá que era una ávida lectora. Con el pasar de los años, Mario, viendo el creciente talento e interés por esto que desarrollaban sus hermanos Jaime (Xaime) y Gilbert (Beto) y totalmente influenciado por la movida punk que se había establecido en Oxnard, California y revistas como ZAP de Robert Crumb les ofrece autoeditar su propia revista de comics.

La Portada del Love & Rockets #1 original.

Con la salida del primer número de “Love & Rockets” presentado como fanzine, los hermanos deciden enviar una copia a la revista especializada en comics “The Comic Journal” que seguían regularmente para que les envíe una crítica acerca de su nuevo proyecto. Gary Groth, el editor de la publicación, se sorprende ante la calidad del trabajo de los Hernández y les ofrece re-publicar a través de su editorial (Fantagraphics) el primer número y todos los siguientes. Y es de esta manera que los hermanos darían inicio a una de las revistas de comics “alternativo” más importante de las últimas décadas. Mario, que con el tiempo se convertiría en un hombre de familia, colaboró esporádicamente en el primer volumen de la revista (50 números entre 1987 y 1996) delegándole todo el poder a sus hermanos de ahí en más que se convertirían en dos de los autores más reconocidos del medio.

Ambos (Xaime y Beto) comenzarían la publicación con historias mayormente de ciencia ficción, pero estas serían dejadas en segundo plano cuando ellos mismos y sus lectores descubrieran que lo que de verdad llamaba la atención de ellos era su manera de construir universos en base a las complejas y variadas historias, relaciones entre sus personajes y sobre todo su evolución constante, haciendo hincapié en los femeninos.

Beto, destacó desde un principio por sus complicadas historias que por lo general abarcan muchos personajes y múltiples referencias entre ellas. En cuanto al dibujo si bien sus proporciones no son tan correctas como sí lo son las de Xaime, el trabajo de Beto es mucho más emotivo,  cinematográfico (sobre todo en sus últimos trabajos) y describe una destacable singularidad racial entre sus personajes, que en su mayoría son pobres, latinos e inmigrantes. En este sentido Beto es el más apegado a las “raíces” de su familia (ellos son originarios de Chihuahua, ciudad de México) a las que les atribuye toda esta cuestión nostálgica y latina. Es de entender entonces que una de las obras más importante de Beto (y que en cierta manera comprende a todas las demás) sea “Palomar” una serie de historias que se desarrollan en algún pueblito pobre y perdido de Sudamérica, que de alguna manera nos recuerda a “Macondo” de la novela “100 años de Soledad” de Gabriel García Márquez (Clara influencia de Beto). Otra de sus grandes obras a remarcar es sin lugar a duda todos los relatos que componen la historia de Luba y su familia (que de alguna manera también me recuerda a los “Buendía” de “100 años de Soledad”) extensísima y repleta de personajes y situaciones de todo tipo.

Reproducción de Página original, click por favor para agrandar y no perderse ningún detalle.

Xaime, un poco menos complicado en sus historias que su hermano (pero no por eso de menor nivel) construyó todo un universo también en base a las historias de sus personajes femeninos o “Locas” que están dibujados de manera magistral y súper expresiva (el dibujo de éste es muy prolijo, y proporcional a diferencia de Beto). Es además quien más coquetea con las cuestiones referidas a la ciencia ficción y sobre todo los superhéroes agregando elementos y situaciones que permanecen escondidas o por lo bajo hasta que se desarrollan en profundidad (como por ejemplo en el caso de las “Ti-Girls” y “Penny Century”). A diferencia de Beto, las historias de los personajes de Xaime se desarrollan en una ciudad más parecida a la misma Oxnard: repleta de inmigrantes mejicanos, japoneses, y otros que conviven en suburbios y en el caso de los mejicanos con una acentuada puntuación en el “Spanglish” o mezcla de idiomas español e inglés. Además podemos notarlo en la evolución de sus personajes, pasan de ser jóvenes punk a ser mujeres regordetas y llenas de complicaciones, como su personaje más amado, Maggie. Comparte sí con Beto los temas que tratan sus historias el sexo, la amistad, el amor; siempre las relaciones entre personajes que le da a estos una personalidad y complejidad única.

Otra reproducción de Página original, click por favor para agrandar y no perderse ningún detalle.

Los hermanos cerraron el primer volumen de Love & Rockets en 1997 para poder dedicarse cada uno por su lado a ampliar sus trabajos. Colaboraron en antologías y tapas de discos e inclusive series que expandían sus universos, pero siempre volverían a su revista madre. Desde el 2000 hasta el 2007 realizan el segundo volumen que cerrarían por cuestiones de inviabilidad económica, no podían contar las historias que querían en una revista serializada con tanto tiempo entre número y número y eso también no les servía a los lectores que preferían comprar las recopilaciones en libro. Así es que en el 2008  deciden volver a sacar la revista, pero esta vez de manera anual, con más páginas y con el título “Love and Rockets: New Stories” que es el que al día de hoy continúan editando.

Por mi parte, conocí a los hermanos Hernández gracias (al igual que en el caso de Burns y muchísimos autores más) a la revista “El Víbora”. Dentro de su colección de historias completas recuerdo haber comprado “Sopa de Gran Pena” (o “Heathbreak Soup” la primera gran historia de Luba y Palomar) de Beto, a cuatro pesos sin dudar ni un segundo. Todo lo que editaba “La Cúpula” me parecía de gran calidad y me llamaba mucho la atención. “Sopa…” me pareció una historia muy diferente a las que estaba acostumbrado hasta entonces. Si bien al momento de comprarla había leído historias que no necesariamente estuviesen “ambientadas” en los escenarios que siempre encontraba (E.E.U.U., España, Francia, etc.) lo que más me llamaba la atención era que ésta en particular transcurría en un lugar pobre y olvidado como el Palomar.


Yo, que hasta entonces lo más cercano a una historieta “que pasara en un lugar conocido” que había leído era “El Eternauta”, quedé con la mandíbula descolocada ante tal descubrimiento. Siempre me había interesado contar historias sobre los lugares que conocía de cerca, las villas, los pobres, las personas “reales” y Beto de manera indirecta me estaba indicando que se podía hacer, y muy bien.

Reproducción de original.

Al interiorizarme en la obra de Beto me sorprendí por su manejo en el transcurso del tiempo en la narración, los personajes envejecían y sus problemas eran infinitamente más complejos que al principio. Este detalle los convertía a mi entender, en los personajes más reales que hubiese leído nunca. Ese fue el gran legado que heredé de Gilbert Hernández, todos los personajes crecen, evolucionan y adquieren personalidad a medida que transcurre el tiempo. Descubrí la importancia de prestar atención a cada uno de los personajes. Y, aunque parezca obvio, cuán necesaria es la observación del paso del tiempo y las actitudes en los seres humanos, un niño no actúa e interpreta las cosas de la misma manera que un viejo, sus caras, sus gestos y sus cuerpos no son los mismos. Pero ¿Qué sucede con sus emociones? Sus sentimientos jamás cambian, sólo evolucionan.

Reproducción de original. Cabe destacar también el magnífico laburo de blanco y negro
de ambos hermanos que han ido perfeccionando con el paso del tiempo
.

A Xaime lo conocí (debo admitir que tardé en darme cuenta de que era hermano de Beto) por “Mechani-x” la edición en librito (que también se serializó a color en “El Víbora”) de la primera aventura de Maggie. Me acuerdo que la cantidad de personajes femeninos y su manera de relacionarse me gustaron mucho, pero sobre todo el dibujo de Xaime tan prolijo en sus mujeres, pero también en sus fondos, naves, herramientas, casas y hasta dinosaurios. Si mal no lo recuerdo era también una edición de “La Cúpula”, que atrás tenía una reseña de nada más y nada menos que Alan Moore, quién por aquellos años era mi ídolo indiscutido. Si Alan Moore decía que estaba bueno, no podía ser mentira.
"Lo peor de ser un maduro y exigente entusiasta del cómic que se encuentra ferozmente comprometido con la idea de que evolucionen los estándares estéticos del medio, es que tienes que ocultar todas tus copias de Herbie y de Atomic Mouse cuando tus amigos se encuentran rondando cerca. Todo aquello que podría ser utilizado para precipitar un cambio radical en el campo de la narrativa gráfica aún sigue siendo ese anhelo desordenado y nostálgico por la forma en la que Lee Elias dibujó Black Cat o por el preciso tacto y olor que tenía el “Giant-Sized Li´l Archie Special”, y por ese motivo, la difícil reconciliación entre encontrarse sediento por lo que es magnífico y hambriento por lo que resulta estúpido es algo que saca el aspecto hipócrita hasta en el mejor de cualquiera de nosotros. A todos nos gusta el progreso, pero no queremos ver cómo los bulldozers del avance cultural arrollan los restos aplastados y ensangrentados de Betty, Verónica y Fighting American.
Es por ese motivo que "Mechanics", junto con el resto de la obra que los Hernandez Bros están perpetrando en las páginas de Love And Rockets, surge como sangriento desahogo. Aquí disponemos del suficiente estilo, contenido, y persistente ingenio narrativo como para satisfacer a la mayoría de ojos desorbitados y bocas progresivamente babeantes, pero de alguna forma, todo esto se logra sin sacrificar ninguna de las vitalistas chorradas que le dan al medio gran parte de su atractivo.
En “Mechanics”, parece como si de alguna forma Jaime Hernandez hubiese sintetizado un completo y satisfactorio mundo de tebeo que se encuentra a un paso de todas las cosas que, por alguna razón, le gustan de las historietas. 
En sus páginas, tenemos la sensación de que ese mundo habitado por Maggie y sus amigas existe en los márgenes del universo constituido por las series regulares. Sabemos bien que si tomamos el autobús local desde el barrio de Hoppers 13, podremos llegar al Instituto Riverdale y refugiarnos en un distrito residencial más tranquilo. Sabemos bien que en algún lugar lejano existe la ciudad llamada Metropolis en la que las super-personas se golpean unas a otras, aunque el sonido del conflicto rara vez llegue hasta el nivel de la calle. Todos los íconos familiares que salpican el paisaje de los cómics están filtrados a través de una única y lúcida visión personal, abasteciendo con una base rica y evocadora a unos personajes diseñados tan meticulosamente que son interpretados de forma claramente humana, y la mezcla resultante es tan perfecta como consistente.
Inexplicablemente encantador, a pesar de su dureza vanguardista, “Mechanics” es un título para el futuro que retiene un agudo conocimiento de aquello que era tan valioso en los tebeos del pasado. Si hay una serie más estimulante o irresistible en el mercado actual, todavía no he oído hablar de ella."
Alan Moore

Al interiorizarme en la obra de Xaime, fue que descubrí que él y Beto eran hermanos, un dato que quizá por despistado había pasado de largo. Recuerdo con cariño ir guardando página por página de las Love & Rockets en disquetes en aquellos primeros años del internet, en los cyber, tomarme mi tiempo para leer aunque sea en inglés aquellas historias que tanto me gustaban y que tan difíciles eran de conseguir (tanto en aquel entonces, como ahora) en Argentina. Observando con detenimiento las páginas de Xaime, comprendí la importancia de los “detalles” en el trabajo fondo-figura, la manera en que todo el concepto de “Color Gris” que había aprendido de Alcatena, se trabajaba en una viñeta. Prácticamente aprendí a hacer fondos con Xaime.

Otras reproducciones de originales.

Una vez leí que Xaime odiaba la documentación, que si bien el admitía tenerla, trataba
en la medida de lo posible no usarla nunca por que se sentía un copión, no un artista.
 

Si bien con la Love & Rockets me mantengo al día, mis favoritas siempre serán las del primer volumen. La cantidad de prueba-error que hay en esas páginas de los Hernández, me hacen comprender con mucho cariño  mi propio laburo. Su manera de trabajar, su compromiso con ellos mismos y con los lectores, son también una bandera con la que me identifico.

Y cómo no remarcar una de las cosas más importantes que aprendí de ellos, el cómo trabajar una buena Portada. Me acuerdo de lo primero que me fascinó de la primera vez que pude conseguir de manera digital una Love & Rockets: su magnífica portada, totalmente distinta de las que yo estaba acostumbrado y con un poder y emoción muy particular.

Esta fue la primera portada que ví y me llamó
muchísimo la atención. ¿Porqué hay un gallo en la tapa?

A medida que conseguí todos los números del primer volumen fue lo que más me atrajo a primera vista, cómo los hermanos se distribuían portada y contraportada o simplemente se unían para trabajar juntos. Beto, usaba mucha abstracción (escenas y cosas que no parecen a primera vista hacer referencia a nada) en las primeras hasta que comenzó a dibujar sus personajes.

Sin embargo las contraportadas de Beto son las más geniales,
en esta te está invitando a volver a leer de nuevo.

Que contraportada TAN singular ¿Quién hubiera dicho
que esta esquina del baño sería tan genial?

Xaime, y sus caras o personajes en situación eran recurrentes e interesantísimos, ni hablar de sus portadas dobles, con muchos personajes o elementos.




Portada de ambos, todos sus personajes mezclados.

También de ambos, en primer plano Maggie, atrás Luba y su familia.

Pero siempre, ambos manteniendo un margen de simplicidad y efectividad: aprendí cómo crear imágenes simples, icónicas, frescas, reconocibles y sobre todo atrayentes sin necesidad de contar o transmitir de manera directa lo que sucede en el interior, o sea la importancia de la portada y contraportada como conjunto y elemento determinante.


4. SIEMPRE ESTARÁ WATCHMEN


Primera mitad de la década de los 80´s. Alan Moore propone una historia a DC en la que les daba un nuevo enfoque a viejos personajes (superhéroes de la por aquel entonces recién adquirida Charlton comics). La intención de Moore era de un guión más “adulto y serio” en comparación a las series de por aquel entonces destinadas ampliamente al público joven. Quería criticar el concepto de superhéroe y ubicar a esos personajes en la época actual, marcada en aquel entonces por el avance de la “guerra fría”, la era nuclear y los EEUU post- Vietnam y de esa manera abordar teorías y dilemas filosóficos, morales, sociales y políticos. 

Dick Giordano, el por aquel entonces editor en jefe de la DC (y antiguo colaborador de la Charlton) le sugirió a Moore que inventara sus propios personajes ya que había notado que al finalizar la historia muchos de ellos morían y eso no los beneficiaba ya que estaban tratando de reincorporar los personajes a la editorial. Así Moore y su dibujante Dave Gibbons deciden diseñar personajes similares, pero no iguales a sus contrapartes de la Charlton, por ejemplo Dr. Manhattan era un homólogo de Capitain Atom, Rorschach de The Question, Nite Owl recordaba a Blue Beattle, etc. Moore decidió que la muerte de alguno de los personajes sería una cuestión ideal para iniciar la historia y continuar a partir de allí con el desarrollo de cada uno, mientras que la historia principal quedaba en segundo plano.

“Watchmen” duró 12 números que fueron publicados entre 1986 y 1987, recogiendo a su andada multitud de premios, reconocimientos, prestigio y por sobre todas las cosas alzando el nombre de Alan Moore (y Dave Gibbons en menor medida) como uno de los más importantes y respetables de la industria. Lo que Moore y Gibbons tenían pensado en un inicio para una serie de 6 números creció a tal punto que los comics (en general) ya no volverían a ser los mismos desde entonces. Watchmen explotó las capacidades del medio a niveles hasta entonces no alcanzados por ningún otro cómic. La multitud de referencias, metáforas, metonimias, simbolismos y lecturas que se le pueden hacer a cada capítulo de Watchmen son muchísimas. Watchmen es una obra que a cada leída se le encuentra algo nuevo, Moore en ese aspecto fue claro, quería una historieta que no pudiera ser reproducida por ningún otro medio (de ahí que por ejemplo la película sea al menos para mí, un fiasco).

Uno de los detalles más importantes al menos para mí de Watchmen es cómo está compuesta su estructura narrativa y su sucesión de eventos. Cada página consta de una grilla de 9 viñetas, en las que las acciones suceden de 3 en 3 (o en viñetas intercaladas) y en las que por lo general tanto en la viñeta como en el texto suceden dos narraciones (en casos hasta tres o cuatro sin relación) al mismo tiempo. De esta manera, el relato va generando múltiples lecturas que nos guía a través de la historia mediante “pistas” que nos permiten construir el relato entero. En muchas páginas las narraciones se complementan mediante algún elemento simbólico o gráfico en la viñeta, mientras que en otras (como por ejemplo en las que se juntan los relatos del navío negro y la historia principal) no está presente de una manera directa: el lector es quién construye relaciones entre ambas narraciones. Digo entonces, que Watchmen justamente amplía y expande las posibilidades del cómic como en ningún otro porque el metalenguaje está presente en cada página mediante dobles narraciones, flashbacks, flash forwards (destacable el episodio de Dr. Manhattan), tiempos muertos, referencias indirectas, metáforas (cada capítulo tiene una “base” en su título o en algún elemento de portada) documentos ficticios (los que “amplían” la historia de cada personaje al final de cada capítulo) y un larguísimo etc.


Otro elemento importante en la narración de Watchmen es el tratamiento del realismo en el comic de superhéroes (que después generaría una “época” de comics similares en los posteriores años). Por ejemplo el lector, que por lo general en toda la obra se encuentra en un tiempo narrativo “objetivo”, conoce toda la psicología y desarrollo de cada personaje sin haber un solo globo de pensamiento en toda la historieta, para esto Moore utiliza los diálogos, los cartuchos en primera persona, la referencia visual y simbólica y hasta documentación sobre cada uno.

Sobre el apartado gráfico también hay mucho que destacar. El trabajo de Gibbons estuvo íntimamente complementado al guión de Moore. Éste siempre se fijó que cada viñeta estuviera acorde al tratamiento del dibujante y por ende le resultara divertido trabajarla. Si bien los guiones de Moore son conocidos por ser extensísimos y súper-detallados, Gibbons tuvo mucha libertad en los diseños y se permitió adjuntar (al igual que Moore lo hacía en el texto) múltiples referencias gráficas en las viñetas, los simbolismos son en gran parte su legado en la obra. Por ejemplo en el ya citado tratamiento realista de la obra, Gibbons aportó muchísimo: noté que en la gran mayoría de los encuadres de la historia principal la “cámara”  se encuentra a la altura de los ojos, es una cámara normal que ayuda a crear una sensación de realismo y tensión en el relato. Además tenemos detalles como por ejemplo el hecho de que los personajes se alejen o queden escondidos u ocultos cuando caminan en sentido contrario al lector, detalles como las salpicaduras o la sangre para anular las líneas de movimiento, la supresión total de onomatopeyas, los planos secuencia que abren y cierran cada episodio, y las portadas y contraportadas que funcionan como elementos claves de apertura y cierre.


Además se comenta que la idea de las 9 viñetas fue idea del mismo Gibbons para darle más dominio en el dibujo, un orden “clásico” a la composición (similar a los de la EC) y porque éste se encontraba un tanto “arto” de las composiciones de página que por aquel entonces dominaba el cómic de superhéroes, más similares a un dibujo “poster” que a una grilla común. De ser así a Moore esto le debe haber encantado, ya que de ahí en más la grilla de 9 viñetas se convirtió en sello común del guionista.

La paleta de colores utilizada por John Higgins también es un elemento a remarcar: utilizó colores generalmente primarios y luminosos en referencia a los cómics de los 40’s y 50’s de dónde provenían en la historia la mayoría de los personajes, algo que ya no era tan común en aquella época. Los detalles con respecto a las luces de fondo son lo que más me gusta del color de Higgins, le agrega un aire aún más realista al dibujo de Gibbons, a pesar de estar trabajando con colores tan potentes. Higgins fue un miembro activo y complementario en cuanto respecta a las teorías de color en la obra y no un mero colorista más, lo cual habla muy bien acerca de cómo estructuraron el trabajo en equipo Moore y Gibbons, gracias a esto Watchmen se convirtió en una obra tan especial e importante.


Con respecto a mi relación con la obra, conocí Watchmen gracias a las revisterías de usados o “saldos” como le dicen. En aquel entonces debo haber tenido unos once o doce años. Solía ir a comprar las revistas Skorpio para mí y mi papá y si me sobraba algo, algún cómic de superhéroes que si bien me aburrían me servían para encontrar dibujantes nuevos o que no conocía. Por aquellos años la Skorpio solía traer en las primeras páginas algunas pequeñas reseñas o recomendaciones de otros cómics y en una de ellas, me acuerdo, había una que hablaba muy bien de Watchmen. Fue entonces que al descubrir unos cuantos números de la serie entre el mejunje de revistas usadas, decidí no comprar ninguna Skorpio y en cambio llevarme todos los números que encontré de Watchmen. Si mi memoria no me falla eran los números #4, #8 y #11 de ediciones Zinco de España.


Sí, la historia en cada capítulo me fascinaba, pero me resultaba sumamente difícil entender todo con esos tres números nomás. Durante años los abría y revisaba detalle por detalle, sorprendiéndome por la cantidad de cosas que tenía para contar cada capítulo, el guión me resultaba interesantísimo y no tanto el dibujo (que en la edición de Zinco no se lucía como debía). Pero el paso del tiempo y mi insistencia a querer “completar” las historias para que no quedaran inconclusas en mi cabeza, hizo que cometiera el gran, gravísimo error de hacer canje los tres números.

Solía pensar “con tal, ya las voy a conseguir”. Al día de hoy y habiéndola leído no sé cuántas veces sigo sin tener mi copia de Watchmen. Siempre que estoy a punto de comprarla me tildo y aparece ese dañino pensamiento de “ya la voy a conseguir” y la dejo de lado. Han pasado más de doce años y todavía no la puedo tener en mis manos como corresponde. Pero ¿Cómo has podido leerla si no la compraste nunca? Bueno la respuesta obvia sería decir que de manera “ilegal” vía internet, pero no. Watchmen no se disfruta salvo que la tengas en papel. Pude leer Watchmen gracias a la enorme cantidad de amigos que SI LA TIENEN y me la han prestado en algún momento de sus vidas (los que me la prestaron saben que prestarme Watchmen es no verla de nuevo en 5 o 6 meses mínimo).

Después de leerla completa por primera vez (si mal no me equivoco eso fue a los 14 años gracias a la generosidad de un profesor de dibujo) quedé tonto. Mi primer pensamiento (como corresponde) fue querer colgarme de las pelotas por haber canjeado mis viejos números de Zinco (que encima con los años descubrí que tenían un valor importante de coleccionista) y el segundo fue “en este cómic TODO está bien”. Recuerdo particularmente haber pasado todas unas vacaciones de invierno haciendo anotaciones, fotocopias, escaneos, dibujos y otra infinita cantidad de cosas más sobre Watchmen. No podía creer que algo así fuera propiedad de una editorial de superhéroes, es curioso vivía pensando “porque este tipo está escribiendo cosas de superhéroes”. Watchmen cambió mi manera de pensar acerca de muchas cosas y en particular de la manera de contar una historia mediante el cómic. Horas y días tratando de explicarles a mis amigos, compañeros y vecinos de aquel entonces, porqué era tan importante esa historieta.

Como muchos Watchmen me abrió las puertas a ese genial gurú cuenta historias que es Alan Moore. Me volví fanático y si bien mi favorita del mismo autor es “The League of extraordinary gentlemen” Watchmen es la obra a la que le tengo más cariño. Siempre digo que podría dar un curso o escribir un libro sobre ella ¿Pero para qué? Prefiero disfrutarla así como está (ojalá algún día me la pueda comprar). Es (repito) una obra que se disfruta sólo en cómic, olviden la película, las animaciones y los ensayos, Watchmen debe ser leída como fue concebida. No quisiera seguir explayándome porque he notado que este post es larguísimo. Pero debo anotar si o si las grandes enseñanzas que Watchmen me ha dejado:


A. LA GRILLA DE 9 VIÑETAS Y LOS TIEMPOS NARRATIVOS EN LA PÁGINA

Ya sea obra de Gibbons o de Moore, la grilla de nueve viñetas desde que la vi por primera vez en Watchmen ha sido mi favorita. Tanto a nivel simétrico, como compositivo, la grilla me permite estructurar la página de una manera en la que todos los elementos queden acomodados como piezas de un rompecabezas que pueda ser leído a una viñeta por franja de manera vertical, horizontal y diagonal. ¿Cómo es esto? Simple, al encontrarse las acciones separadas cada 3 viñetas (en mi caso particular) el lector puede sólo leer una viñeta por franja y captar toda la información, con tal el resto sólo agrega datos a esa acción en particular (sobre este asunto ya escribí por ACÁ). Y, en todo caso me permite utilizar los espacios restantes para o bien agregar información, desarmarla o contar una historia en paralelo. La grilla de 9 viñetas (según dicen) es la grilla que en el caso de tener una acción por viñeta, más viñetas puede tener sin confundir o molestar al lector. Quizá sea cierto, para mí es perfecta.


B. LA TRIDIMENSIONALIDAD DEL ESPACIO

Al poder apreciar debidamente el dibujo de Gibbons demás está decir que me caí de culo. Es fantástico su lápiz, sus posturas, sus expresiones, sus diseños, su tinta pero por sobre todo en el caso de Watchmen en particular su trabajo con el fondo. Es estupendo. Una vez leí que era tan detallada la descripción que hacía Moore de cada espacio, que Gibbons se puso a hacer croquis, mapas y diferentes ángulos de un mismo espacio para que al dibujarlo en distintas viñetas no se confundiera y la sensación realista y tridimensional quedara intacta. Yo imaginaba a Gibbons dibujando la cueva de Nite Owl con todos sus cuchuflitos y me quedaba tonto. Esa, fue la solución que me salvo de hacer cualquier cosa de ahí en más en un futuro: el proyectar y planificar el espacio hace que al dibujarlo muchas veces en muchas viñetas no parezca un escenario distinto por cada una de ellas.

Reproducción de original, bitch.
C. LOS DETALLES

Cuánta magia tienen los detalles en los dibujos de Gibbons. Gracias a revisar Watchmen una y otra vez aprendí a: prestar atención a la ropa de los personajes; las arrugas, dobleces e imperfecciones de sus cuerpos; las posturas; la importancia de las manos y piernas; las relaciones entre los objetos y las figuras, las figuras en acción y sobre todo la importancia de lo “líquido” en el dibujo, cómo determina acciones, luces, movimientos.


D. LA HISTORIA SOBRE LA HISTORIA SOBRE LA HISTORIA

Y si, el que no haya aprendido un montón de recursos a la hora de narrar una historia tanto de manera lineal como no lineal es un zopenco que no ha prestado atención a la segunda lectura. Muchos dicen que quizá el gran defecto de Watchmen es ese, que al tener tantas cosas envueltas uno pierde el hilo principal. Yo creo que no es así, creo que la historia toma más fuerza en base a todas las otras cosas que suceden en simultáneo. ¿Yo disfruto Watchmen y usted?


(Continúa en el próximo Post).