A pesar de la gran cantidad de
contratiempos que habíamos sufrido en nuestra humildísima primera edición
(edición cero, que le decimos) las cosas en el primer Festival Impresentable habían salido bastante bien. Buena recepción
de gente, buenas ventas y buen clima por sobre todo. Contentos, orgullosos y
luego de un par de meses de descanso, comenzamos a juntarnos para organizar el
evento siguiente: debía ser mejor que el anterior.
Como primer punto decidimos
extender la duración del evento a dos días. Era lo lógico, creo. También
pensamos seriamente en la opción de traer algunos “invitados”. En el primer
evento habíamos contado con Gustavo Sala, que había llegado por la gracia de
las confluencias, ya que los muchachos de Llantode Mudo lo iban a traer para una presentación de su nuevo libro y entonces
aprovechando, lo unimos al evento de pecho. Pero en aquella ocasión, el coste
de traer a Gustavo, sólo había corrido por parte de sus editores, porque como
ya imaginaron, no teníamos un peso. Cuestión que prevaleció, pero que de alguna
manera mágica necesitábamos revertir para poder traer al menos a un colega para
Córdoba.
Por suerte y gracias a una
infinita cadena de favores entre amigos, alumnos y colegas conseguimos el
hospedaje para (al menos) poder bancarle una parte del viaje a nuestros
invitados. Los invitados, que al principio eran dos o tres, fueron
incrementando número a medida pasaban los días. Y así, finalmente terminamos
con varios admirados y queridos compañeros en nuestro suelo y con una
característica en común: todos publicando o con publicaciones recientes que
pudieron vender en el evento. Y eso fue muy agradecido por la totalidad del
público, poder conocer, escuchar y leer a nuevos (o desconocidos) autores dio
un aire de frescura que yo noté provechoso e interesante. También sumamos la
opción de que participen los amigos fanzineros historietistas e ilustradores (tratamos
de que entren todos pero el espacio no era muy grande) y que también pudieran
vender y exponer su material en el evento, cuestión lógica ya que para eso lo
habíamos inventado.
A mediados de Abril ya teníamos
en bases generales la gran cantidad de cosas a resolver en el evento: lugar,
fecha, invitados, amigos…pero como siempre, a último momento tuvimos que salir
a resolver ciertas pequeñeces físicas que por suerte, esta vez (y gracias a un
montón de buenas personas y amigos) no fueron un gran problema. También
quedaron, en el campo de batalla un par de organizadores que no podían estar
presentes este año, lo cual no representó ningún problema: supimos resolver
nuestras diferencias como caballeros y reemplazar esos lugares vacíos con
amigos nuevos que realizaron muy bien su trabajo. Y así, el nuevo equipo quedó
conformado por los mismos de siempre: Culiau!,
Dead Pop, Mitomante y Salsipuedes junto a los incorporados Contamusa (quién en realidad es El Negro Viglietti pero con otro
nombre) Metanoia (representado por
el gigantesco Emiliano Ciarlante,
quién fue el expositor el evento anterior)
y Revista Border (con la
grata participación de Franco Germán). A principios de Mayo el
evento ya casi estaba resuelto y de yapa agregamos un día más para hacer
talleres, aprovechando el Estudio Caburé
donde realizamos el taller de LaCasita del Kaos. Con todo listo, una publicidad más que interesante y una
organización a pleno, el evento tomó forma. Y se concretó durante tres días, el
15,16 y 17 de Mayo del 2015. Con ustedes, el Festival Impresentable Edición Otoño – Invierno 2015.
El Viernes comenzó denso - denso
para mí. Por la mañana fui a trabajar pensando en cada puto detalle de lo que
serían los talleres de la tarde: no podíamos darnos el lujo de que algo salga
mal. En cierta forma me sentía parte de una banda soporte, poniendo al público
a punto para lo que realmente importaba, los dos días siguientes.
En el colectivo, cuando volvía a
casa, pensaba en el rol de La Casita del Kaos durante este Impresentable y
cuánto tiempo había pasado desde la primera vez que había dado un taller. Tres
años ya, desde que iniciamos el espacio por primera vez. Ya sé, quizá parezca
poco y no sea la gran cosa, pero el que hayan pasado tantas personas por
nuestras clases y que ahora tuviéramos un espacio de un día completo para nosotros y para la gente, significaba mucho para
mí. Me encanta hacer historietas, pero debo confesar que el que podamos poner
un granito de arena para que otros puedan hacerlas, me pone mucho más contento.
Llegué a eso de las 17:00 casi
justo a la finalización del primer taller, el de Jean, que tuvo una buena concurrencia (como siempre, femenina,
cabe aclarar que es un judío sex-simbol) y en el que me encontré con que
teníamos una fotógrafa. En realidad esto me puso un tanto incómodo puesto que
odio me que saquen fotos (porque no me gusta, porque siempre salgo mal y porque
me molesta de sobremanera aquellos que ni hicieron dos putas páginas en su vida
pero salen en todos lados) pero, era necesario para llevar registro y cagarnos
de risa un rato. Estuvo muy bien, además me pareció toda una novedad, algo así
como subir de nivel, tener fotógrafos en el evento. Todo marchaba bien.
Después me tocó dar mi taller. Y
atento a lo que voy a escribir: esto es una opinión puramente personal (como todo lo de este blog). Creo que mi
clase-abierta-taller, porque también era parte del curso de la Casita, fue una
de las (¿peores? No creo) más incompletas que me ha tocado dar en mi breve
carrera como profesor de talleres. Pero porque, debía adaptar y explicar las
mismas cosas a personas que nunca habían ido a un taller, personas que sabían
un montón, personas que estaban de paso y mis alumnos regulares. Creo que fallé
en esa explicación general. Yo me sobre-exijo mucho para cada clase, porque me
parece necesario dar lo mejor a cada uno, para hacer valer el tiempo. Porque yo
también fui a talleres de historieta. Y por eso es que intento mejorarlos lo
más que puedo. La pasamos muy bien, nos cagamos de risa, y traté en la medida
de lo posible prestar atención a cada amigo que necesitó mi ayuda, pero no me
gustó la clase. Es un punto (personal) que deberé corregir a futuro. Los amigos
seguramente disfrutaron el tiempo juntos, pero me pareció floja mi exposición.
El taller de Renzo, que creo fue el más cortito de todos, fue preciso y los
alumnos parecieron disfrutarlo mucho. Fue la típica charla-taller que uno tiene
con él en su casa (y de novela gráfica nada menos) y créanme que eso vale mucho
más que cualquier clase. Para entonces, el nuevo fotógrafo era nuestro
compañero de organización (y exalumno) José
(quién recomenzó sus andanzas en el web comic Salsipuedes la semana pasada). Con
él y Jean estuvimos hablando boludeces hasta que termino el taller de Renzo. El
ciclo de talleres terminó tipo 21:00 y en líneas generales fue bastante exitoso.
Durante el día y en el transcurso de los tres talleres pasaron bastante personas,
que espero, hayan aprendido algo nuevo. La jornada terminó con un par de sorbos
de cerveza y conmigo defecando (sí) en un baldío ajeno. La clase de anécdota
que no le interesa a nadie.
El sábado fue de los tres días
(para mí) el más agotador. Por la mañana también fui a trabajar y al volver a
casa tuve un ínterin de apenas minutos para bañarme, calzarme pilcha, guardar
un par de revistas, guita y la tela de friselina negra de veintitantos metros
que íbamos a usar en los puestos de ventas. Salí a velocidad luz pero no
alcancé a llegar a tiempo al colectivo que los sábados pasa a velocidad y
frecuencia de un domingo (ni hablar el día siguiente). Llegué al evento a eso
de las 16:30 y con el tiempo justo me puse a armar el puesto de Culiau! y repartir la tela entre los demás.
Lo primero que noté, fue el compañerismo. Los saludos, entre amigos, invitados
y gente que no conocía. Todos como si nos conociéramos de toda la vida.
Como siempre, la gente comenzó a
caer tipo seis de la tarde (una hora después de que abriéramos “oficialmente”)
y tipo siete empezamos con las charlas, que el día sábado fueron precisas y
bastante interesantes. Yo ya había vaciado dos botellas de cerveza Córdoba y mi
estómago parecía no sufrir las consecuencias ante tal veneno, razón por la cual
decidí pasármela bien y listo. Con Jean y José, cosa de que todo quedara más o
menos bien empezamos a dar vueltas y organizar el tema de las charlas. Jean se
instaló en “la consola musical” y mientras se encargaba de proyectar las
presentaciones que había armado Luis (Mitomante) para cada charla. José se juntó con Franco y mientras uno presentaba, el otro entrevistaba (gran trabajo de
ambos, por cierto). Yo simplemente iba de un lado a otro fijándome que todo
estuviera diez puntos, mientras Miljaus atendía el puesto.
Tipo siete, Miljaus se fue a
buscar a su señora y tuve que reemplazarlo. La primera charla, de Rabdomantes estuvo bien, pero no
escuche mucho porque caía a cada rato alguien al puesto. Para la segunda (la de
Cuadernos de Dibujante), mi
compañero había vuelto y yo ya estaba con Jean y José instalados al lado de la
“consola” preguntándonos porqué nos habían dado frascos de mermelada para tomar
en vez de vasos. Y riéndonos de Jean y su incapacidad de comer maní con sal
mientras prestábamos atención. Esta Charla estuvo muy buena, Juan Ángel Szama dijo algunas verdades
que hizo que nos quedáramos pensando un rato. Para la última charla, de Bruno (Términus) mi estómago comenzó a mostrar indicios de que algo no iba
muy bien, quizá porque mis compañeros de bebida me abandonaban y debía cumplir
mi deber solo. Igual fue interesante.
Para el horario en que comenzaba
a tocar Capitán Fiebre (y después Barro) yo ya estaba destruido, ya
habían desarmado casi todo y no daba más. Hubo ofrecimientos de ir a comer y de
bares, pero la verdad que si lo hacía, sabía que al día siguiente no iba a
llegar parado. Así que muy cobardemente partí a mi morada, y técnicamente caí
muerto. Los bares serían recorridos por nuestros invitados (que según me
contaron se tomaron todo lo que la mayoría de nosotros no había podido). El día
uno cerró conmigo absolutamente destruido. Nunca organices nada si tienes que
trabajar temprano.
Rabdomantes: representado por el amigo César Libardi, un loco muy piola a quién había tenido oportunidad de cruzar antes, en ediciones del
Crack Bang boom.
Bio: Joven editorial de la ciudad de Rosario que se especializa en
la publicación de historietas, tanto de autores noveles como profesionales.
Nuestro lema es: hallamos tesoros ocultos del noveno arte. Su catálogo está
compuesto por Revista Quimera (antología de historietas) y la Colección
Reencuentro, centrada en recuperar historietas que fueron originalmente publicadas
en fanzines para darlas a conocer a un nuevo público lector. Los libros que
conforman la colección actual son Cándido y Orgasmatron.
Loris Z: representado por ¡él mismo! Je. Muchacho con quién había
tenido la oportunidad de beber un par de frescas anteriormente. Me quedé con
las ganas de ir al cine con él, el lunes.
Bio: Nació en junio de 1981 en las montañas Italianas, vive en
Buenos Aires desde 1994. Desde 1999 publicó y participó en muchos fanzines,
antologías y revistas de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Estados Unidos y
el Reino Unido. Es uno de los fundadores del viejo colectivo de web comics
Factum, Grafonovelas Semanales, además de realizar trabajos varios como
traductor de historietas. “Persona” y “Diario – Un Año En Historietas” son sus
dos libros publicados en Argentina por Editorial La Pinta. Actualmente se
encuentra trabajando en la segunda parte de “Diario”, un recuento en forma de
historieta de la llamada “primavera del fanzine” de 1999/2000.
Términus: representado por el amigo Bruno Chiroleu, a quién ya he
visto en varias oportunidades, pobre, me acuerdo que se fumó el Comicazo el año pasado.
Bio: La Revista Términus es una antología independiente de
historietas de género concebida en Rosario. En números posteriores a su debut
ha incorporado colaboradores de -y se ha hecho accesible en- cada vez más diversos
puntos del país. Bruno Chiroleu, Gastón Flores, Damián Couceiro, Juan Frigeri y
Germán Peralta, son los principales responsables de la publicación.
Cuadernos de dibujante: representado por el licenciado Juan ÁngelSzama, a quién conocía solo de vista (es organizador de la CBB). Me cayó
bastante bien a pesar de lo poco y nada que hablé con él.
Bio: Propone mostrar el proceso creativo del dibujante. Esto es,
partir de entrevistas realizadas a los artistas convocados para diagramar estos
ejemplares que incluirían bocetos, cuadernos de dibujo, técnica, material con
el que se trabaja. Por consiguiente, la colección no se propone como meramente
ilustrativa sino que cada artista desarrollaría su historia, sus técnicas de
trabajo, y brindaría consejos para futuros artistas. De allí que esta colección
no sólo busca divulgar a los artistas invitados, sino que también persigue un
fin didáctico y pedagógico para quienes se muestren interesados en este arte.
Haciendo la cobertura “oficial”
también vino el amigo Mariano Abrach
representando al sitio Zona Negativa,
uno de los sitios sobre historieta en español más geniales que existen y de mis
preferidos. Un lujito la verdad.
Extra: como parte de nuestra “convocatoria” para que participen los
amigos fanzineros, nos llevamos la muy grata sorpresa de que iban a venir los
chicos de Revista Jirafas (de Entre
Ríos): representados por ¡no me acuerdo los nombres de estos muchachos! Soy
un estúpido, son los que mejor me cayeron y ahora no me acuerdo, pero me
arriesgo a decir que eran Facu y Fede. Muy buena onda ambos, quienes me
hicieron un dibujito (y sobre todo el señor Belgradi quién participó de nuestros talleres, y me dio un poster
de astronauta a cambio de una página que tenía guardada por ahí). Capos.
El ultimo día, un poco más
relajado que los anteriores, llegué a horario y armé todo sin ningún apuro
puesto que sabía que este día Miljaus iba a caer tarde y yo iba a estar a
cargo. Primero me encargué de cumplir algunas promesas, saludar a algunos
amigos que no había visto el día anterior, comprar algunas cosas que quería (Los Crocantes de Feru Icchi, Birdman de Ziul y El Negro Viglietti y la última Jirafas) e instalarme definitivamente
en mi lugar con una cerveza Córdoba al lado. Este domingo era especial también
porque además nos tocaba a los Culiau! cerrar el ciclo de charlas presentando
nuestro sexto número y balbuceando acerca de nuestros cinco años haciendo
revistas.
Ya sea por el nuevo número, o
porque cayeron muchos que no nos conocían, las ventas en grandes rasgos fueron
muy favorables, inclusive las mías propias (con Eexpeto y Barrio María) que
pensaba ya no se iban a vender más. Bien. Cuando llegó Miljaus, la primera
charla del día (con Loris) ya había empezado y había un número interesante de
gente en el bar. Pero, y ante el desconcierto de todos, nuestro invitado de
lujo, Darío Fantacci no apareció
para la charla que le teníamos programada, cosa que me extrañó muchísimo porque
es un loco muy piola. Es más ni siquiera teníamos como contactarlo para ver en
qué andaba porque no tiene celular, ni se conecta a Facebook, ni nada.
Rarísimo, así que ante el paradero desconocido del amigo Fantacci, cancelamos
su charla y seguimos cagándonos de risa. Pero me llamó mucho la atención ¿Se
perdió? ¿No llegó a tiempo? ¿Se durmió? ¿Lo secuestraron un grupo de
Yihadistas? Ojalá este bien.
Y llegó finalmente el turno de la
charla de Culiau!, la que la plebe estaba esperando. Y con ansias, porque se
había corrido la voz de que íbamos a pasar un video antes. Y lo pasamos.
Véanlo, nada más que decir. Es muy emotivo.
Tengo que admitir cuatro grandes
verdades sobre esa charla: le pedimos expresamente a José que fuera nuestro
moderador porque sabíamos que a esa hora iba a derrapar, pero sin embargo se
lució; Jean estaba preocupado por si se vería el video-tráiler que llevábamos así
que se encargó él mismo de ponerlo y activar las presentaciones; Miljaus estaba
eufórico y con sueño (un estado zen que sólo él sabe alcanzar); y yo estaba tomando
mi cerveza y hablando boludeces como si no hubiera nadie enfrente mío. Me
arriesgo a decir que fue la mejor charla del evento, por cómo se cagó de risa
la gente, lo que importaba, básicamente. Hablamos poco, dimos un par de
anuncios y finalizamos con un sorteo que- je, me hizo acordar a algo.
El joven Miljaus, qué seríamos
sin él. Sin duda el gran personaje de la noche. Antes de subir a dar la charla,
el gran M tenía la tarea de hacer números de rifa (para sortear unas Culiau! nuevas
y los posters que habíamos hecho) y como no pudo con su genio, cortó los
números que se entregan y los que se sortean y los metió en la misma bolsa. Un
acto más de comicidad en este mundo que necesita más de él. Durante la charla
me aseguré de que recibiera su merecido aplauso por esta, y por tantas
ocurrencias a lo largo del tiempo y sobre todo por su gran, gran trabajo en la
Culiau! #6 (que personalmente considero el mejor hasta ahora). En realidad
sentí que le debíamos más a nuestro compañero por todo su esfuerzo y sobre todo
para que quienes lo ningunean sepan de una buena vez y por todas, de que a
pesar de todo lo que nos caguemos de risa con él y de él, ha sabido ganarse su lugar con muchísimo respeto y trabajo que varios,
le deben envidiar. Después de todo, es un Culiau! sino el más importante.
Y por supuesto el ciclo de
charlas cerró con el momento que esperaban todos, el del sorteo. Pero no me
refiero al sorteo de posters en que cada ganador pudo elegir 2 a elección
(todos contentos) sino al sorteo que valía: al de la Foto con Miljaus.
Y esta vez, si pude quedarme a
ver las bandas mientras desarmábamos los stands y saludábamos a los amigos
hasta una próxima vez. Moola estuvo
muy bueno, poderoso, pero la sorpresa para mí fue Nestisan y los Afiebrados (por compartir músicos con Capitán
Fiebre) que realmente me cagó de gusto escuchar y ver (aunque sea un poco)
antes de ponerme a llevar tabla por tabla al auto de José. Al final, el día
termino con los Culiau! despidiéndonos como cualquier otra feria, pero en el
fondo, sabiendo que había salido mucho mejor.
Un breve pedazo de lectura, que puedes omitir, querido lector. Pero en caso de sentirte intrigado, te lo dejo por ACÁ.
Cuando llegué a casa el domingo,
me di cuenta de que a pesar de no haber tenido tanta gente (una cantidad
necesaria diría yo) el evento había sido bastante bueno. Aún había cosas que
mejorar, pero para ser una segunda (y enquilombadísima vez) las cosas habían
salido como lo esperaba y un poco más. Las ventas nos habían ido bien, habíamos
reencontrado amigos, habíamos hecho nuevos y sobre todo había habido historieta,
que era lo importante.
Descansé unas horas, con una
sonrisa en mi cara, y al levantarme guarde la ropa con la que viajaría a
Capital Federal esa noche. Cuando volví de trabajar me di cuenta de que con la
plata que había hecho el fin de semana me alcanzaba para poder pagarme un hotel
más decente cuando estuviera allá.
Ya en Capital, aproveche para ver
el recital de J Mascis y hacer un
breve tour por las comiquerías y revisterías de la ciudad. Quedé impactado por
los precios. Por cómo se desvirtúan las historietas en esa ciudad, que
supuestamente representa la mayoría del país en dónde vivo. Y me di cuenta de
que quizá nuestro espacio no es tan humilde ni desmerecido como lo vemos
nosotros. Me di cuenta de que quizá nuestro trabajo no es ni tan pobre, ni tan
lejano al de ese conglomerado de cosas. Me di cuenta de que quizá, estuviésemos
haciendo algo muy bueno. Y sonreí.
Pensé “Quizá el hecho de que unos
impresentables de mierda como somos hayan pasado de una “kermese de barrio”
(Sosa dixit) a un mini-evento de tres días es un gran paso. Con nuestros
aciertos y defectos, a costa de muchísimo trabajo personal por parte de cada
uno, hemos sabido levantar un pequeño (minúsculo) espacio en el páramo que
significa hacer historietas en Córdoba. El tiempo dirá si es un esfuerzo válido
o no, pero de momento es un espacio, hecho y derecho con sus principios y
justificaciones bien delimitadas que no necesita ni quiere el apoyo de ningún
mercachifle o politiquero de cuarta. ¿Habrá una tercera edición? ¿Podrán
participar más personas? ¿Podrán vender sus historietas aquí? Por supuesto que
sí, nosotros sólo nos encargamos de poner la mesa, pero al fin y al cabo son los
demás los que van a elegir si se sientan, sirven y comen un plato. El futuro depende
de los demás, de los que estén dispuestos a arrimarse y animarse a participar,
nosotros nos limitaremos a mejorar, nada más. Pero siempre, siempre
manteniéndonos firmes en nuestro trabajo y forma de pensar. Y bebiendo como si
no hubiera un mañana, claro. Después de todo seguimos siendo unos
impresentables.” Y sonreí nuevamente mientras pedía la cuenta del pollo con
papas que estaba comiendo. Y por única vez en mi vida, me sentí con ganas de
volver a mi ciudad natal. Sería un regreso feliz después de todo.
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